¡Otro abecedario?! En efecto, alrededor de todas estas as, beso y ces, los seres y las cosas se reconocen solidarios, anuncian reuniones, forman comparsas y delegaciones: ¡viva el abecedario y viva la ilustración! Jordi Vintró se ha encargado de dar ritmo y sonido al gran desfile de ingenio y picardía que es ese volumen. Como, abecedarios, podríamos decir que hay dos, la retahíla de las mayúsculas y el de las minúsculas, las palabras que dan título a los poemas contienen ambas versiones de la letra correspondiente: la mayúscula al principio y la minúscula en alguna otra posición. Así tenemos: A uc a , B a b au, C or c o, con letras menos comunes, K arao k e y W el w itsquia. La parte visual y, en gran parte, la concepción del libro corresponde a Joan Casaramona. Dos generaciones más joven que Vintró, el ilustrador ha dialogado con él y, empleando la estructura de estas cajas de tesoros que son los diccionarios y enciclopedias, ha sido artífice de un objeto que mantiene la tensión entre la imagen y la palabra, el niño y el adulto, la línea y el color, el original y las cosas.








